Vuelvo a publicar recetas en el blog. Hace mucho que me tomé
un descanso, y por varios motivos y mi desánimo, no veo la hora. Sé que si no
lo hago ya lo voy a dejar definitivamente. Me he acomodado a Instagram porque
es rápido, directo, quita trabajo y ahorra tiempo, quienes nos dedicamos a esto
sabemos lo que lleva aparejado sacar una publicación en blog. Digamos que es
por eso que no lo echaba en falta demasiado. Además, a quienes nos gusta la
cocina nos engancha y una vez que hemos dado el paso de usar las redes nos
cuesta mucho abandonar. Y seguimos, y seguimos. Y no porque creamos que nuestra
cocina va a abrir caminos a nadie, ni porque seamos únicos y fabulosos. Nos
basta con transmitir cariño, entusiasmo, ilusión que se reflejan en un plato de
comida al que le ponemos nuestro corazón para vosotros.
Mi marido es quien más insiste en que no lo deje, y me dice que aunque sea una receta al mes debo hacerlo.
Por eso hoy vuelvo, tanteando el terreno, y de camino quiero agradeceros todo, porque gracias a que me seguís encuentro el motivo más importante. Como dicen los toreros: ¡¡¡va por ustedes señores!!!
A mis compañeros un abrazo enorme.
Hoy os voy a dejar un plato de cuchara que hace mucho tiempo publicaban mis amigas asturianas y que me llamaba la atención. Fui dándole vueltas porque lo principal es que no encontraba las verdinas. Y las encontré. Las he hecho a mi manera ¿y qué os voy a decir de ellas? Pues que me han encantado. No esperaba menos. Os cuento cómo las hice.
INGREDIENTES:
- Verdinas 250 g.
- Langostinos 250 g.
- Almejas 250 g.
- Ajos 3.
- Cebolla 1.
- Pimientos rojo y verde ¼ de cada.
- Vino de Jerez 250 ml.
- Salsa de tomate 2 cdas.
- Guindilla (optativo).
- Perejil fresco.
- Aceite de oliva.
- Sal.
ELABORACIÓN:
La noche antes de cocinarlas las dejas en agua, como cualquier legumbre. Las lavas y luego las pones en abundante agua limpia.
Deja las almejas, bien lavadas, en un recipiente con agua y sal mientras vas cocinando.
Hay que preparar un fondo para las verdinas que quede potente y sabroso. Para eso después de lavar bien los langostinos vamos a guardar las cabezas y pieles y reservar los cuerpos.
En una sartén pon 2 cdas de aceite y saltea picado uno de los ajos. Antes de que se queme añade la guindilla y enseguida agrega las pieles y cabezas, dorando y aplastando bien para que suelten los jugos. Casi tostados, añade el vino y desglasa paredes y fondo de la sartén, con lo que recuperamos sabores. Hierve un minuto. Añade un vaso de agua y deja que cueza un par de minutos más. Cuela el caldo obtenido.
Para acelerar la cocción de las verdinas puedes ponerlas en olla rápida, yo las cocí sin ella, necesitarás más tiempo entonces.
Quita el agua y ponlas a cocer en una cacerola cubriendo con el caldo de los langostinos. Si queda corto añade algo más, durante la cocción irás viendo si la necesita (no debes aguar mucho, siempre poco más de su volumen).
Fríe en 4 cdas de aceite los otros 2 ajos, que se doren, y
retira a un vaso batidor. Después sofríe la cebolla y retira también al vaso. Bátelos
y añade al guiso.
En ese mismo aceite, (puedes añadir algo más si lo necesita), rehoga los pimientos cortados en daditos, escurre y pasa a la cacerola.
Agrega las dos cucharadas de salsa de tomate y diluye.
Enjuaga las almejas y cuece aparte en ½ vaso de agua. Filtra
con una servilleta para que no caigan posibles arenillas. Vuelca el caldo sobre
las verdinas y reserva las almejas.
Teniendo el fuego medio espera que las verdinas estén tiernas (te puede llevar un par de horas). Para moverlas durante la cocción lo mejor es hacerlo en vaivén, agitando con las asas de la cacerola para que se mantengan enteras. Pon a punto de sal.
Cinco minutos antes de retirar añade los langostinos y al apagar las almejas. Deja reposar unos minutos, Sirve con perejil picado.