A muy pocas personas no les gustan las
alcachofas. Cuando leo comentarios de alguna receta de los blogs de mis
compañer@s que las llevan, casi siempre todos coinciden en el gusto por ellas.
No voy a ser menos, tal vez cuando muy pequeña no las aceptara de buen grado,
pero ya de adolescente las comía feliz en prácticamente todas sus variantes.
Esta manera de preparar, las que ahora os
explicaré, es una de mis favoritas. Es sencillísima de hacer y está para
chuparse los dedos. Con pocos ingredientes tenemos una "delicatessen" en casa.
Aquí os la dejo:
Ingredientes:
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Alcachofas de parecido tamaño 6.
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Ajos 1 diente mediano.
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Perejil un manojito.
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Zumo de limón.
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Aceite de oliva.
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Sal.
Elaboración:
Quitamos las hojas exteriores y duras a
las alcachofas. Recortamos las puntas y pelamos el tronco, que no desechamos.
Sumergimos mientras las vamos limpiando en agua con limón para que no se
ennegrezcan.
Escurrimos
bien y las pasamos a una sartén con un dedo de aceite. Bajamos la llama al
medio y las vamos girando para que se hagan por todos lados, por la zona del
corte y la base.
En veinte minutos suelen estar listas,
para ese tiempo tienen que haber tomado un color "tostado". Debemos
tener cuidado y no quemarlas. Apagamos el fuego y las dejamos dentro cinco minutos, con
una tapadera puesta, para que terminen su cocción y se mantengan calientes.
Mientras se hacían, hemos batido el ajo (sin
el germen), el aceite de oliva (150 ml.), una cucharada de zumo de limón y sal.
Disponemos las alcachofas en una bandeja boca abajo y regamos con esta salsa. Servimos calientes.