Estaba María enfrascada en su búsqueda
internauta y no encontraba la receta que tanto le demandaba su marido porque la
verdad sea dicha nunca había cocinado tal, ni en su casa la vio nunca y menos
aún a ella solita se le habría ocurrido hacer tal barbaridad.
De novios, noviazgo corto para que
conste, nunca salió esa conversación, que el tiempo no dio para más, y cuando
uno se encuentra en tal situación de "enamorisqueo" y
"arrumacos" lo que peor puede hacer es plantear disquisiciones sobre
el cocinado de las orejas del cerdo y de si me gustan o no me gustan. Pero
Felipe era de los maridos persistentes en recordar a su madre y sobre todo a
aquel manjar que le preparaba amorosamente una o dos veces al año, no más, así
es que en su "erre que erre" y después de una veintena de años
casados no se le iban de la cabeza al buen señor estos guisos, y pensando que
se le iba a acabar el mundo sin volverlas a comer se hizo aún más insistente en
su demanda. María no sabía por dónde coger las orejas y le iba dando largas y
largas. Las orejas salían en todas las conversaciones entre familia y amigos,
vecinos y conocidos. Llegaron a estar presentes tantas veces que la pobre María
soñaba ya con ellas, pero lo peor del caso es que su marido la despertaba
varias veces durante la noche reclamándolas. Tal situación enfermiza no podía
continuar, María se dijo: "De mañana no pasa que consulte en Internet y se
las prepare a este cabezón, que hasta cuando lo miro, los ojos se me van solos
a sus orejas". ¡No! no penséis que le arrancó los apéndices de la audición
a su cónyuge y se las cocinó, pues muchas habrían hecho eso después de tanta y
tanta matraca (es un decir). Fue pacífica, como bien educada que era en una
familia de buenos principios. Se acercó a su carnicero de confianza y le compró
tres orejas hermosas, bien limpitas, ¡¡¡SIN UN PELILLO!!! y en su búsqueda me
encontró a mí con esta receta que acababa de subir a mi blog de cocina. ¿Que
así las cocinaba la madre de Felipe? ¡A saber! No sé cómo acabará esta
historia, prometo que os tendré informados cuando María me cuente qué ha
pasado...
De Segovia, preciosa ciudad, en recuerdo
de este verano y de "La Tasquina" dónde mi marido y yo pudimos
disfrutarlas.
Ingredientes:
-
Orejas de cerdo limpias 3.
-
Cebolla mediana 1.
-
Tomate rojo 1.
-
Pimiento choricero 1 grande.
-
Ajos 3 dientes.
-
Laurel 2 hojas.
-
Clavos de olor 5.
-
Pimentón dulce 1 cda.
-
Pimentón picante al gusto.
-
Jerez 1 copa
-
Aceite de oliva un chorrito.
-
Orégano 1 cda.
-
Caldo de carne 2 pastillas.
-
Sal.
Elaboración:
Pasamos las orejas por la llama para
quemar posibles pelillos (usad soplete si no tenéis fuego de gas).
Lavamos bien bajo el grifo,
cepillándolas. Ponemos agua a hervir y las escaldamos cinco minutos. Tiramos el
agua.
Volvemos a lavarlas y las troceamos, no
demasiado pequeñas. Coceremos en olla a presión convencional. Las introducimos
en la olla y las cubrimos de agua echando la cebolla partida a la mitad con los
clavos hincados, los ajos sin pelar, el tomate a la mitad con la piel, el
pimiento choricero sin las semillas, los pimentones, el laurel, el aceite de
oliva y el caldo de carne (no poner sal hasta el final de la cocción).
A partir de que la válvula suene contamos
cuarenta minutos. Destapamos y pasamos la verdura (sin los clavos) por la batidora reincorporándola.
Controlamos la salsa que ha de quedar espesita. Calentamos de nuevo poniendo el
orégano y probando la sal.
Listas para servir, bien calientes. De un día para otro mejoran.
Por aquí las su len poner como tapa en los bares con pimentón picante sal y un chorrillo de aceite después de cocidas claro, y están fabulosas, estas en guiso se ven igual de ricas, a mi me encantan, yo me tomaría un buen platico. ...Bess
ResponderEliminarLa historia que tan bien has narrado, me recuerda la insistencia de mi marido en algunas comidas que no suelo hacer, no es tan pesado como Felipe, pero tampoco flaquea cuando quiere algo. Las orejas es algo que nunca he hecho; sí que de pequeña las comía en algún puchero cuando hacían la matanza, pero no me mato por ellas, la verdad. Sería cuestión de probar tu guiso que con el aspecto que tiene lo más seguro es que cambiáramos de opinión.
ResponderEliminarbss
Ja, ja, como me suena esta historia. ¡¡Se parece a la mía!! Pues yo que venía de una casa donde mis padres se cuidaban muchísimo y comíamos sano, sano, y ahí mi marido, que en su casa no saben qué es la plancha y son amantes de la freidora y de las comidas copiosas, pues te puedes imaginar. El mío lo que más me pedía eran las manitas de cerdo en salsa, hasta que me presenté en casa de mi suegra con lápiz y papel para apuntar la receta con puntos y comas. ¡¡Es la única manera de que salga igual!! Por lo visto di en el clavo. La oreja, nunca me ha gustado, pero a base de él pedirla a cualquier bar al que vamos, pues que ya le voy pillando el gusto. Esperamos el resultado de María con estas orejas de cerdo estofadas. Besitos.
ResponderEliminarEstá demostrado que las personas más curtidas en la cocina son las capaces en poder cocinar estos buenísimos platos usando por ejemplo... orejas de cerdo, ¡jajaja! Te hemos conocido gracias a DessertsAbad y su premio "Dardos". Por cierto, en nuestro blog andamos de sorteo, nos encantaría que participaras, así que te dejamos el enlace. ¡TE ESPERAMOS!
ResponderEliminarhttp://recetasdeazucaryoregano.blogspot.com.es/2014/09/gran-sorteo.html#more
Me encantan, hace poco las he comido y me apunto tu receta. Un abrazo, Clara.
ResponderEliminarUfff Alicia.. no he comido nuca oreja y es que ni me atrevo a comerlas.
ResponderEliminarSeguro que el plato estaba exquisito pero prefiero quedarme con los boquerones anteriores jejeje
Besitos
Me ha encantado la historia!!! ¿ves como tendrías que participar?
ResponderEliminarQué gran suerte ha tenido María encontrándose con tu receta, seguro que su marido la saca en hombros por la puerta grande y no se acuerda más de las orejas de su santa madre, jjaajaja (qué divertido!)
¡¡Muchos besos!!
Que bonita historia y con final feliz para Felipe, ja,ja,ja. No me gusta mucho el guiso de oreja, de hecho nunca lo he preparado, ahora caigo en la cuenta de que mi madre si lo preparaba y no me gustaba nada, viendo tu receta tan distinta de la que conozco, puede ser que no he probado la receta adecuada, porque tu guiso se ve riquísimo y suave y el que yo recuerdo es espeso y graso, no te digo que lo voy a probar pero me tienta mucho, ja,ja,ja.
ResponderEliminarUn besito y feliz casi finde.
Me encanta, este plato lo hago yo montón de veces porque nos encanta en casa. Besinos Alicia.
ResponderEliminarPues yo no las he cocinado pero me encantan . me quedo con la receta y ya te contaré también !!! Un besazo!!
ResponderEliminarUna racioncita si que me tomaba yo.
ResponderEliminarMuy buenas te han quedado, que ricas! pues si ya nos contarás como acaba la historia... y qué precioso Segovia :)
ResponderEliminarque pases feliz finde, besos!